sábado, 31 de octubre de 2009

La complejidad de la competencia léxica

En el artículo Qué significa ‘conocer’ una palabra: la complejidad de la competencia léxica, de Marta Sanjuan Álvarez, y publicado en Cuadernos de Investigación de Filológica, se plantea una aproximación a lo que es la competencia léxica, es decir, el conocimiento de las palabras de una lengua. El planteamiento se produce partiendo de las aportaciones de la lingüística teórica y la psicolingüística.

La autora desarrolla el tema, en primer lugar, desde una perspectiva general: qué niveles de conocimiento léxico se pueden diferenciar, y qué se entiende por competencia léxica. En su exposición se centra en dos aspectos: 1) cuál es la estructura del significado de las palabras, y 2) cómo se relacionan las palabras entre sí, tanto en la lengua como en la mente del hablante.

El objetivo de la autora es presentar las bases teóricas que puedan servir para enfocar
acertadamente la respuesta a qué es la competencia léxica. Sanjuan Álvarez, indica que la respuesta al planteamiento central del artículo es que el significado de una palabra es una estructura compleja (de rasgos semánticos de atributos) que no se adquiere de una vez, sino muy progresivamente, al ir contrastando las palabras con otras palabras y con la experiencia cognitiva, afectiva y sensorial de la realidad.

También propone que conocer una palabra no es solo conocer su significado conceptual sino saber cómo se usa. Finalmente, sostiene que las palabras no están aisladas, sino que forman diversos tipos de redes asociativas, algunas de carácter social o cultural, y otras marcadamente individuales. Por tanto, conocer el significado de una palabra implica saber “encajarla” en estas redes asociativas y en el conocimiento general del mundo.

Según la autora “conocer” una palabra es, un proceso psicolingüístico complejo y progresivo. Agrega que contrario a otros procesos lingüísticos este proceso sigue evolucionando con el tiempo. Sostiene que la competencia léxica nunca llega a “completarse” en el mismo grado en que se completan la competencia fonológica y la competencia gramatical. Indica que el vocabulario de una persona continua creciendo a lo largo de su vida; ya que se aprenden nuevos significados para las palabras ya conocidas y se establecen nuevas relaciones entre palabras.

En cuanto a la estructura del significado de las palabras, Sanjuan Álvarez, dice que los conceptos tienen un núcleo abstracto de significado relativamente estable debido a que es posible su definición. Pero, aclara los límites de su extensión, es decir, los criterios para determinar cuáles son ejemplares de ese concepto y cual su relación con ese núcleo del significado son borrosos pues varían en función del contexto. La autora sostiene que la interpretación de los significados la crean los interlocutores mediante un proceso de “negociación” interactiva de los marcos conceptuales. Si el marco conceptual de los interlocutores es muy distinto pude prevalecer la ambigüedad e incluso producirse falta de comunicación. Sin embargo, advierte que no todas las palabras tienen el mismo grado de dependencia del contexto para actualizar su significado, ni requieren por tanto el mismo grado de “negociación” del significado. De esta manera, indica que hay dos tipos de palabras: las generales y las específicas. Las primeras pueden tener un significado variable y dependiente del contexto, mientras que las segundas tienen un significado específico independientemente de los contextos que se usen.

Después de manejar el tema de la estructura del significado, es imperioso discutir el tema de las relaciones entre las palabras.

Desde la lingüística teórica se estudia qué relaciones sistemáticas se dan entre las palabras. Como las demás unidades de la lengua, las palabras adquieren significado en virtud de dos tipos de relaciones: sintagmáticas y paradigmáticas. Entre las relaciones sintagmáticas, están las de tipo sintáctico y semántico cuando se combinan para formar unidades mayores como frases y textos; las del tipo de solidaridad semántica, que nos hace tener una idea aproximada de que palabras ocurren con más frecuencia alrededor de una palabra dada; y finalmente cuando las palabras adquieren un determinado significado cuando se insertan en un contexto lingüístico mayor. Entretanto, entre las relaciones paradigmáticas se encuentran: las relaciones por semejanza fonética, los paradigmas morfosintácticos, las familias léxicas, y las relaciones semánticas (como sinonimia, polisemia, hiperonimia, contraposición semántica, oposición y antonimia)
Mientras desde la perspectiva de la psicolingüística, han aparecido diversos modelos sobre el procesamiento y almacenamiento de las palabras. Según estos modelos, el lexicón o “almacén mental de palabras” no es una simple lista alfabética, Sino que los hablantes establecen diversos tipos de asociaciones o “redes” mentales, entre las palabras, unos principios organizativos que les permiten “encontrarlas” rápidamente y activarlas tanto para la expresión como para la decodificación. Estas asociaciones coinciden en parte con las asociaciones sistemáticas que se dan en la lengua, y son de tipo fonético-ortográfico, morfológico sintáctico y semántico.
Según la autora, el conocimiento léxico de un hablante va más allá de lo estrictamente lingüístico, y se relaciona con algo mucho más general como es el “conocimiento del mundo”. De esta forma, el conocimiento del tema de un texto desempeña un papel fundamental en la comprensión de ese texto, por encima de la importancia de conocer las palabras específicas. Las definiciones del diccionario pueden resultar insuficientes para la tarea de comprender un texto debido a que un diccionario no es una enciclopedia, pues no proporciona el esquema de conocimiento en el que se inserta una palabra.
La autora indica que las implicaciones didácticas de su análisis son importantes, pues enseñar vocabulario debe ser algo más que enseñar palabras en una lista. Aunque el aumento del vocabulario debe ser uno de los objetivos tanto en la enseñanza de la lengua materna como de lenguas extranjeras, debe haber procedimientos también para que el aprendizaje de las palabras sea un aprendizaje en profundidad, es decir, que abarque no solo el conocimiento “conceptual” de la palabra, sino también su comportamiento sintáctico y su potencial comunicativo en una “negociación” interactiva del significado.
Los procedimientos para la enseñanza del léxico se pueden subdividir en dos: los de enseñanza directa tienen como objetivo el refuerzo de las “redes asociativas” de las palabras, de manera que su significado no quede aislado, y no consista en una simple definición; para que el aprendizaje de una palabra sea significativo debe integrarse en el conocimiento léxico, y conceptual anterior. Los procedimientos de enseñanza indirecta por el contrario, se proponen como principal objetivo el aumento cuantitativo del vocabulario, y consisten, básicamente en el aprendizaje de las palabras dentro de contextos lingüísticos mayores, de los que indirectamente, se extraerán las claves para delimitar su significado.

Bibliografía
Sanjuan Alvarez, M. (1991) Qué significa ‘conocer’ una palabra: la complejidad de la competencia léxica. Cuadernos de Investigación Filológica, pp. 89-101.

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